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Redacción

Ni de allá ni de acá 🚶



Si vives en Santa Elena de Uairén, puedes conseguir lo que el país no te da recorriendo unos humildes 15 km, hasta llegar a Pacaraima. No necesariamente tienes que quedarte: el regreso es tan natural como la ida en la ciudad venezolana más al sureste. A este vaivén le llaman migración pendular, por si no lo sabías. En Brasil no te hablan de pago móvil ni Zelle, sino de Pix. Es normal tener en la cartera tu cédula de identidad al ladito del Catastro de Persona Física y el Cartão SUS. También es usual ver clases en Brasil y hacer la tarea en Venezuela.


Miguel, por ejemplo, cruzó la línea en —el terrible— 2017 para buscar estudiar su bachillerato, a pesar de que su portugués no pasaba del bom dia. Prefirió enfrentar las barreras del idioma que las trabas de la crisis venezolana. En sus primeros años aprovechó un transporte directo que al final no fue rentable para el gobierno vecino, así que recurrió a un transporte privado que le cobraba 300 reais ($50 al cambio) mensuales para ir de Santa Elena hasta la puerta del colegio. Con el cierre de la frontera por el nacimiento del interinato en 2019, le tocó la trocha. Ahora que tiene su título en mano, Miguel evalúa traducir sus papeles al español y así hacer un pregrado de este lado de la frontera. Como él, cientos de niños y adolescentes venezolanos que viven de este lado de la frontera estudian en escolas, aunque para quienes emigraron a Brasil no es tan sencillo.


Y los que no buscan educación, buscan la chamba. Johnie vende en Pacaraima ropa que lleva de Santa Elena. La crisis lo movió desde Maturín y lo animó a aprender portugués con el oficio. Hace varios viajes para mover poco a poco la mercancía y evitar los matraqueos de la alcabala venezolana. Actualmente vende sin problemas en la calle, pero el inicio fue accidentado: no contaba con los permisos necesarios para esa actividad. Dice que ese tipo de trámites son más cuesta arriba para los venezolanos. Pese a la clandestinidad, hace suficientes reais para una vida decente en Santa Elena. Algo impensable para quienes ganan en bolívares.

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